Skinny love

Nuestro último encuentro permanece grabado en mi memoria con ardiente claridad.
Tu piel ya no tenía el olor particular que me dejaba fascinada, perdida. 
Aquél con el que solía llenar mis pulmones en, las siempre demasiado cortas, visitas que hacías a mi casa.
Estabas frío, frío al contacto, no de la forma fresca que tantas veces me maravilló, no así, era frío como el hielo, pálido como el mármol.
Tus besos ya no tenían su característico sabor a dentífrico de menta, tus labios siempre ardiendo, deseosos, se alejaban de cualquier suplicante muestra de amor mía.
Incluso el color de tus ojos cambió, el agua verdeazul se volvió turbia.
Comprendí que todo lo que alguna vez amé de ti, se desvaneció con mis constantes peleas e inseguridades.

Quien estaba ante mí, ya no me amaba.
y lo que yo amé... ya no estaba ahí.

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Todavía no encuentro una razón lógica para explicar la tristeza que invade la mayoría de mis relatos, considerando que me siento magnifica con la vida. Escribí esto hace unas horas cuando terminé de leer Cumbres Borrascosas, (Dios mío, amo a Heathcliff, aquél último arrebato de amor con Catalina, Dios, no tengo palabras para describirlo, lo amo, prácticamente no dormí hasta que terminé de leer el libro). Tengo varias entradas que escribí para los siguientes días, una sobre ex novios (yo sé que aman que les cuente sobre mis fracasos amorosos) y el siguiente capitulo de mi novela, (estaba atascada en una carta, pero he recibido una (con grata sorpresa y satisfacción a pesar de que la obtuve por una foto en Whatsapp) y me inspiró lo suficiente para escribir algo que me gustara)

Una mandarina que habla.